El pasado miércoles el Edificio Grupo San Valero acogió la presentación y coloquio del libro Técnica y totalitarismo, del filósofo y escritor Jordi Pigem. La obra es la segunda parte de una trilogía que gira en torno a la influencia y las consecuencias que supone el desarrollo de la tecnología y la digitalización para los seres humanos y el propio sentido de su existencia.

En este evento participó Carmen Herrando, doctora en Filosofía y docente de la Universidad San Jorge, y moderó el coloquio Andrés García Inda, profesor de la Universidad de Zaragoza, quien resumió la tesis fundamental de la trilogía aún incompleta: “la sociedad está personalizando a los robots y robotizando a las personas”.

En este contexto, Carmen Herrando habló del distanciamiento del presente y la pérdida de la personalidad, la vida interior y el “yo profundo”. Aunque esta docente reconoce muchos aspectos positivos relacionados con la tecnología, le preocupa “la merma en el propio concepto del yo, que tiene mucho que ver con el totalitarismo y el control de los seres humanos”. Además, aseguró “que las palabras importan cada vez menos, y las cifras cada vez más”.

Tras esta intervención, el autor comenzó su presentación explicando que su generación, cuando era joven, no podía imaginar que el mundo iba a cambiar tan profundamente en tan poco tiempo y que “estamos en un proceso de robotización de las personas por el auge de los trabajos repetitivos que anulan cualquier posibilidad de pensamiento y por el aumento de las relaciones mecánicas que cada vez son más estrechas entre los humanos y las máquinas”. Asimismo, los niños “están acostumbrados a dar órdenes a dispositivos, como asistentes de voz, en los que no es necesario utilizar ni por favor, ni gracias”.

En este sentido, el sistema educativo también es un área que le preocupa ya que “se ha perdido la cultura del esfuerzo y la digitalización de las aulas no ha contribuido a mejorar la formación y aprendizaje de los niños, sino que solo responde a los intereses económicos de las grandes tecnológicas”.

En el tramo final de su intervención lo que plantea es que “nos encontramos en una encrucijada sin precedentes, en la que lo digital está por encima de lo humano, y lo abstracto por encima de lo personal”. Así, explica Pigem que “si dejamos de lado los conceptos que no se pueden medir como los sentimientos, las emociones, la belleza y la justicia perdemos lo que da sentido a la vida de las personas”. A pesar de esta visión general de la situación, el conferenciante deja la puerta abierta a la esperanza, “ya que vivimos en un mundo prodigioso y debemos aprender a controlar la tecnología para utilizarla como una herramienta para facilitarnos la vida”. Finalmente, el filósofo concluyó su conferencia indicando el peligro al que se enfrenta la sociedad: “Que la tecnología pase a ser quien controla al individuo”.