Se trata de una iniciativa del Máster en Dirección y Gestión de Empresas de la USJ, en el que colabora activamente CEOE, cuyo objetivo es potenciar la sostenibilidad de empresas, administraciones públicas y entidades no lucrativas, a través de la sensibilización y seguimiento de políticas, acciones e indicadores.

Además, hoy se ha presentado el primer informe de este Observatorio, “La huella de carbono registrada de las organizaciones aragonesas”, que recoge, entre otros datos, que casi la mitad de las empresas que informaron su huella de carbono en 2021 pertenecen a industria manufacturera, administración públicas y construcción.

 

La Universidad San Jorge y CEOE Aragón han presentado hoy el Observatorio de la Sostenibilidad en Aragón, una iniciativa del Máster en Dirección y Gestión de Empresas de la USJ que nace para responder a las necesidades de las empresas en materia de transformación digital, innovación, internacionalización y sostenibilidad.

Este Observatorio tiene una doble vertiente: por un lado, estudiar y recopilar los datos en materia de Sostenibilidad obtenidos de las empresas y, por otro lado, divulgar y difundir esta información con el objetivo de proponer perspectivas en materia de sostenibilidad. Para ello, se abordarán, a lo largo de los sucesivos semestres, materias como la huella de carbono, el uso de materiales sostenibles, el reciclado, el impacto de las energías renovables, la despoblación, la desertificación, efectos del cambio climático, entre otros.

Jesús Arnau, director general de CEOE Aragón, ha destacado como “la sostenibilidad es una realidad cada vez más evidente en la legislación y en la propia visión de las empresas” tras “la iniciativa que llevaron a cabo en 2019 más de 250 empresarios de Europa” pidiendo a organismos europeos “la implementación de una estrategia global sobre sostenibilidad”. Asimismo, ha mencionado la importancia de las energías renovables en Aragón, que atraen a muchas empresas, y ha puntualizado que, en última instancia, el Observatorio hablará sobre “sostenibilidad ambiental, social y económica”.

Por su parte, Berta Sáez, rectora de la Universidad San Jorge, ha señalado el enfoque positivo y proactivo de este nuevo Observatorio. “Consideramos útil dar a conocer las buenas prácticas que desarrollan las empresas, que son muchas y que conviene difundir, y, además, se promoverá el uso de esas buenas prácticas a otras organizaciones que deseen adherirse a nuevas y mejores formas de trabajo. Todo esto repercutirá positivamente no sólo en las empresas y sus grupos de interés sino a la sociedad en su conjunto, gracias a productos y servicios más amables con el medio ambiente”, ha declarado.

 

La huella de carbono registrada de las organizaciones aragonesas

Durante el acto, Juan Royo Abenia, economista, docente del máster en Dirección y Gestión de Empresas de la USJ y director del Observatorio, ha presentado el primer estudio que ha analizado la huella de carbono registrada de las organizaciones aragonesas.

Tomando como punto de partida el Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 “Acción por el Clima” – que insta a las empresas a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos -, el estudio determina que, aunque las organizaciones aragonesas comienzan a introducir el cambio climático como cuestión primordial en los políticas, estrategias y planes, deberían “ampliar su alcance de actuación a todo su modelo de valor” e “incluir objetivos de reducción de emisiones” si el cambio climático es “un riesgo principal para sus actividades o un efecto de estas”.

El informe recoge que tan solo el 20% de las empresas españolas registran su huella de carbono, e incluso entre las grandes empresas solo la registran el 39%, aún cuando “la deberían tener por lo menos calculada” atendiendo a que la Ley de Información No Financiera les obliga a informar sobre aspectos relacionados.

  En el caso de Aragón, “el 47,5% de las empresas que informaron de su huella de carbono en 2021 pertenecen a industria manufacturera, administración pública y construcción”, y “el 62,5% de las organizaciones son empresas medianas, pequeñas, micro y autónomos”. La Universidad San Jorge aparece en este informe como la primera universidad española en conseguir el sello «Calculo, reduzco y compenso» para su huella de carbono, logrando una reducción del 28,08 % de sus emisiones de CO2 y compensando el 4,69 % de la huella de carbono, gracias a un proyecto de repoblación forestal.

En el estudio también se advierte de que el registro de la huella de carbono “previsiblemente dejará de ser voluntario para dar cumplimiento a la Ley de cambio climático y transición energética”. E independientemente de la legislación, aunque actualmente las pymes no están obligadas de manera directa a realizar una memoria de Responsabilidad Social Corporativa – esto es, de sostenibilidad – sí que lo están de manera indirecta, puesto que “los bancos y las grandes empresas amplían su alcance a toda su cadena de valor, y les exigirán reportar información sobre factores Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG)”.

“Se trata, en definitiva, de establecer políticas, estrategias, acciones y objetivos para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera a través del incremento de la matriz energética en favor de las renovables en detrimento de las fósiles en sus actividades, la inversión en I+D+i y la coordinación con el resto de los agentes sociales (administraciones, universidades, usuarios…)”, ha declarado Juan Royo.

El informe también pone el foco en el modo de realizar la transición y adaptación al cambio climático y afirma que hay que ampliar la medición a la cadena de suministros “para evitar que las actividades que generan más gases de efecto invernadero sean trasladadas a países más vulnerables”. En este sentido, se aconseja, a la hora de realizar cualquier actuación, tener en cuenta diversas cuestiones como “las interdependencias económicas mundiales” – que provocan que, por ejemplo, el diseño, la distribución y la venta se produzcan en unos países, y la distribución, en otros – o “los sectores de alto impacto como el transporte, la industria y la agricultura”, ya que “el 20% de los actores producen el 80% de los gases de efecto invernadero”.

Asimismo, se realiza una aproximación crítica a la transición energética, ya que las energías renovables necesitan de elementos como paneles solares, turbinas de aerogeneradores y baterías y vehículos eléctricos que, al mimo tiempo, para su construcción necesitan de aluminio, acero, minerales raros, cemento, amoniaco, etc. “¿Existen sustitutos o elementos menos intensivos en emisiones capaces de sustituir una gran parte del mercado global, resistentes, reciclables, duraderos, fácilmente usables y baratos?; ¿es posible, entonces, transformar los sectores de manera competitiva, sin incrementos considerables en costes que expulsen a los clientes o sean aprovechados por competidores más contaminantes?”, plantea el director del Observatorio.  

Así pues, el economista establece que “las energías renovables solo pueden aportar una parte de la respuesta” y que “hay que apostar por la eficiencia energética” que provoque que las medidas implementadas “se basen en tecnologías maduras, tengan un impacto significativo en costes y emisiones, y se puedan implantar rápidamente sin proyectos complejos o costosos”.

Así, si se duplicara la eficiencia energética hasta 2030, se podría reducir un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles actuales: “el equivalente a retirar de las carreteras tres quintas partes de los vehículos de combustión interna del mundo”. Finalmente, el estudio propone el objetivo de “triplicar la inversión anual relacionada con la para pasar de un progreso anual de la eficiencia energética del 2,2 % actual a más del 4 % anual en 2030”.