La artista Lolita Flores inauguró ayer una nueva edición de Los debates del Principal, una actividad organizada por Cultura USJ y el Teatro Principal.

Lolita, que visita Zaragoza con motivo del estreno de la obra Poncia, conversó durante algo más de una hora con el escritor, dramaturgo y periodista Antón Castro.

En su intervención, la presencia de la familia Flores fue una constante, la influencia de sus padres y hermanos y la tradición artística de esta saga familiar, que ahora es transmitida a hijos, nietos y sobrinos. Castro se interesó por esta relación con su familia, así como por los comienzos en el teatro y su relación con la industria de la música.

Lolita comenzó a cantar y desde su primera aparición pública cantando en televisión en 1975, se dedicó a la música hasta 2013, periodo en el que publicó 21 discos. Desde entonces, su sitio ha sido el teatro y la interpretación.

Su llegada al mundo del teatro le llegó con Sofocos, en 2012, y desde ese momento llegaron otros proyectos como La plaza del diamante. Castro le pregunta el porqué del abandono de la música, y Lolita explica que la vida te va marcando el camino, y que ella no ha dejado la música, sino que la música la ha dejado a ella: las discográficas no son las mismas que antes, los estilos musicales actuales se alejan de su estilo personal… aunque asegura que, antes de perder la voz o las ganas de subirse a un escenario, hará una gira para despedirse.

Volviendo a la obra que la ha traído estos días a Zaragoza, Lolita y Castro analizan cómo arranca, tras el suicidio de Adela en La casa de Bernarda Alba. Vuelve a resurgir la figura de su madre, que tenía las obras completas de Lorca y cómo el poeta y dramaturgo tuvo siempre una enorme presencia en su casa, a pesar de ser los años del franquismo, en los que su figura se ocultaba. A Lolita el teatro le da energía, los nervios del directo, el no poder rectificar. “El teatro es magia, puedes ver la misma obra dos días y nada será igual, cada día lo sientes distinto, es crear continuamente”, explica.

Preguntada por su relación con el público, Lolita solo tiene palabras de agradecimiento, remarcando que está encantada de sentir el cariño de la gente cuando alguien se acerca con respeto a saludarla por la calle o se siente reconocida en algún lugar. “La libertad es poder andar por la calle siendo quién eres”. La artista afirma que ella disfruta con todo lo que hace, y si a la gente le gusta verla, ella es feliz, “lo que sé es que la gente me quiere, y eso me llena de orgullo”.

Al final de la charla entre Lolita, Castro y el público, la artista reconoce que esta tierra le gusta, que le trae muy buenos recuerdos y que la devoción por la Virgen del Pilar le viene de familia, especialmente de su madre, y confiesa que ha venido a Zaragoza en muchas ocasiones, sin que nadie se enterase, para visitar a la Virgen y la Basílica.

Poncia se representará durante 4 días y las entradas están prácticamente vendidas para todas las sesiones, y Lolita, emocionada, admite que “no necesito más”.