El Observatorio de la Sostenibilidad en Aragón es una iniciativa del Máster en Dirección y Gestión de Empresas de la USJ, en el que colabora activamente CEOE, cuyo objetivo es potenciar la sostenibilidad de empresas, administraciones públicas y entidades no lucrativas, a través de la sensibilización y seguimiento de políticas, acciones e indicadores.

El primer informe de este Observatorio, “La huella de carbono registrada de las organizaciones aragonesas” recoge, entre otros datos, que casi la mitad de las empresas que informaron su huella de carbono en 2021 pertenecen a industria manufacturera, administración públicas y construcción.

La Universidad San Jorge y CEOE Aragón ponen en marcha el Observatorio de la Sostenibilidad en Aragón, una iniciativa del Máster en Dirección y Gestión de Empresas de la USJ que nace para responder a las necesidades de las empresas en materia de transformación digital, innovación, internacionalización y sostenibilidad.

Este Observatorio tiene una doble vertiente: por un lado, estudiar y recopilar los datos en materia de Sostenibilidad obtenidos de las empresas y, por otro lado, divulgar y difundir esta información con el objetivo de proponer perspectivas en materia de sostenibilidad. Para ello, se abordarán, a lo largo de los sucesivos semestres, materias como la huella de carbono, el uso de materiales sostenibles, el reciclado, el impacto de las energías renovables, la despoblación, la desertificación, efectos del cambio climático, entre otros.

La huella de carbono registrada de las organizaciones aragonesas

Durante el acto, Juan Royo Abenia, economista, docente del máster en Dirección y Gestión de Empresas de la USJ y director del Observatorio, destaca que, el primer estudio de este Observatorio se ha centrado en analizar la huella de carbono registrada de las organizaciones aragonesas.

Tomando como punto de partida el Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 “Acción por el Clima” – que insta a las empresas a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos -, el estudio determina que, aunque las organizaciones aragonesas comienzan a introducir el cambio climático como cuestión primordial en los políticas, estrategias y planes, deberían “ampliar su alcance de actuación a todo su modelo de valor” e “incluir objetivos de reducción de emisiones” si el cambio climático es “un riesgo principal para sus actividades o un efecto de estas”.

En el caso de Aragón, “el 47,5% de las empresas que informaron de su huella de carbono en 2021 pertenecen a industria manufacturera, administración pública y construcción”, y “el 62,5% de las organizaciones son empresas medianas, pequeñas, micro y autónomos”.

La Universidad San Jorge aparece en este informe como la primera universidad española en conseguir el sello «Calculo, reduzco y compenso» para su huella de carbono, logrando una reducción del 28,08 % de sus emisiones de CO2 y compensando el 4,69 % de la huella de carbono, gracias a un proyecto de repoblación forestal.

En el estudio también se advierte de que el registro de la huella de carbono “previsiblemente dejará de ser voluntario para dar cumplimiento a la Ley de cambio climático y transición energética”. E independientemente de la legislación, aunque actualmente las pymes no están obligadas de manera directa a realizar una memoria de Responsabilidad Social Corporativa – esto es, de sostenibilidad – sí que lo están de manera indirecta, puesto que “los bancos y las grandes empresas amplían su alcance a toda su cadena de valor, y les exigirán reportar información sobre factores Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG)”.

El informe también pone el foco en el modo de realizar la transición y adaptación al cambio climático y afirma que hay que ampliar la medición a la cadena de suministros “para evitar que las actividades que generan más gases de efecto invernadero sean trasladadas a países más vulnerables”. 

Asimismo, se realiza una aproximación crítica a la transición energética, ya que las energías renovables necesitan de elementos como paneles solares, turbinas de aerogeneradores y baterías y vehículos eléctricos que, al mimo tiempo, para su construcción necesitan de aluminio, acero, minerales raros, cemento, amoniaco, etc. “¿Existen sustitutos o elementos menos intensivos en emisiones capaces de sustituir una gran parte del mercado global, resistentes, reciclables, duraderos, fácilmente usables y baratos?; ¿es posible, entonces, transformar los sectores de manera competitiva, sin incrementos considerables en costes que expulsen a los clientes o sean aprovechados por competidores más contaminantes?”, plantea el director del Observatorio.  

Así, si se duplicara la eficiencia energética hasta 2030, se podría reducir un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles actuales: “el equivalente a retirar de las carreteras tres quintas partes de los vehículos de combustión interna del mundo”. Finalmente, el estudio propone el objetivo de “triplicar la inversión anual relacionada con la para pasar de un progreso anual de la eficiencia energética del 2,2 % actual a más del 4 % anual en 2030”.