A la hora de elegir la formación universitaria, es importante tener herramientas que ayuden en el proceso para tomar la decisión adecuada. Ángela Jimeno, profesora del grado en Bioinformática de la USJ, indica que “no conocer las salidas profesionales” y “no saber qué se hace en esos puestos de trabajo” aumenta la complejidad de la elección.

La bioinformática es para Ángela una ciencia muy completa a la que define como el resultado de la unión de los cuatro términos que componen la sigla STEM (Science, Technology, Engineering, and Mathematics). “La bioinformática es una disciplina práctica, que es en sí misma la unión de las matemáticas y la informática puestas al servicio del análisis de información biológica”, explica. Argumenta que, en la era de las tecnologías de la información, los datos, la informatización y el internet de las cosas, “la información biológica también viaja en este tren que va a toda velocidad” y necesita “lenguajes para comunicarse con las máquinas que extraen esta información y la procesan”, en un proceso siempre “supervisado para mantener una integridad matemática de los datos”.

La bioinformática, integrada en la actividad docente, “ha sido defendida como una de las formas de dar a conocer la realidad del trabajo científico y como instrumento para la puesta en práctica de aquello que estudian los alumnos”, explica Ángela Jimeno. La razón es que una actividad basada en esta ciencia se desarrolla siguiendo la tendencia docente del panorama educativo actual que está orientada a un currículo basado en competencias, en la adquisición de conocimientos y su puesta en práctica y en el desarrollo de capacidades que preparen a los alumnos para la realidad del mundo actual.

“Una actividad basada en bioinformática dentro de un marco biológico busca analizar y comprender los factores determinantes de temas como, por ejemplo, la regulación de los genes, simular cómo se pliega una proteína o el seguimiento y rastreo de las nuevas variantes que surgen en una cepa de virus, todo ello aplicando análisis estadísticos y flujos de programación que hacen factible llevar a cabo la tarea”, argumenta la profesora de la USJ.

Así pues, la bioinformática se posiciona como una de las ciencias más adecuadas para la enseñanza de las disciplinas STEM a través de estrategias que permiten a los alumnos la aplicación de conceptos vistos en clase y la adquisición del hábito de aprender a través de la práctica. “No hay mejor forma de aprender, que aprender haciendo”, concluye Jimeno.