Alba Usón: «Los mejores investigadores del mundo se han dedicado a tiempo completo y sin descanso a crear la vacuna. Hoy por hoy, es la única solución a este gran problema y es importante vacunarse por salud propia y responsabilidad social”

Sandra Ágreda: «Recuerdo mi etapa en la USJ como años de crecimiento personal. Los profesores me apoyaron mucho y me hicieron sentir que era capaz. Noté que había crecido, que tenía unas responsabilidades y podía cumplirlas”

Isabel Gracia: «A nivel personal soy una persona muy diferente a la de hace un año. Me ha tocado trabajar con unos niveles de estrés muy altos que me han hecho madurar y verme capaz de hacer cosas que no creía que podía hacer”

Alba Usón, Isabel Gracia y Sandra Ágreda estudiaron el grado en Enfermería en la Universidad San Jorge y se graduaron en 2019, un año antes de que comenzara la pandemia de la covid19. Descubrieron su profesión en una situación normal, pero llegó el virus y tuvieron que enfrentarse a lo desconocido en primera línea. Ahora, por fin vacunando en diferentes centros de salud, afirman sentirse esperanzadas, orgullosas y agradecidas con su labor a lo largo de estos meses.

“Las primeras semanas no se me iba la sonrisa de la cara. Para mí es un honor ser parte de los profesionales que estamos poniendo la vacuna. Significa poder ver un poquito de luz al final del túnel”, declara Isabel Gracia. Su compañera Alba Usón menciona también el “asombroso despliegue de profesionales de la investigación y la salud” que han hecho posible la vacunación.

Y es que la vacuna llega como un soplo de esperanza después de haberse enfrentado a la pandemia desde diferentes áreas sanitarias. Usón trabajó en la residencia psiquiátrica Rey Ardid, donde tuvo que afrontar una situación cuya complejidad se multiplicó al tratarse de pacientes con enfermedades psiquiátricas. “Estuvieron muchos meses encerrados, se creaban ambientes de desconfianza y miedo hacia el virus y fue difícil acompañarlos en el confinamiento transmitiéndoles tranquilidad y esperanza en momentos en los que ni yo misma la tenía”, recuerda. 

Por su parte, Isabel Gracia y Sandra Ágreda se enfrentaron al virus en los centros de salud de Santa Isabel y Amparo Poch respectivamente. Ambas coinciden en la incertidumbre que vivieron cuando se suspendieron las visitas presenciales. “Luego se vio la necesidad de destinar las pruebas PCR a los centros de salud, pudimos comenzar a atender casos con sintomatología leve y seguir atendiendo a otros pacientes”, cuenta Ágreda. “No todo era covid. ¡La salud seguía y no podíamos cerrar!”, añade con vehemencia.

La vacuna llega como un soplo de esperanza después de haberse enfrentado a la pandemia trabajando en la residencia psiquiátrica Rey Ardid y los centros de salud de Santa Isabel y Amparo Poch, en el Actur

 Aprendizaje y crecimiento

Vivir la covid19 en primera línea y prácticamente recién graduadas les ha cambiado la vida. Isabel Gracia afirma ser “una persona muy diferente”, porque trabajar con unos niveles de estrés tan altos le ha hecho “madurar” y verse capaz de afrontar situaciones que no creía que podría. Tienen claro que si lo han conseguido ha sido gracias al trabajo en equipo y a los compañeros en los que se han apoyado. “Mi equipo del Amparo Poch es lo mejor que me llevo. Gracias a ellos el trabajo fue mejor, aunque estuviéramos viviendo momentos muy difíciles”, menciona Ágreda.

Para ella, la covid19 fue una prueba más para reafirmar la vocación de servicio que lleva implícita la enfermería, puesto que, además de trabajar en el centro de salud, formó parte del Equipo de Soporte y Atención Domiciliaria que realiza cuidados paliativos a domicilio. “Aprendí mucho. Aunque hubiera covid, seguía habiendo gente que fallecía, quería hacerlo en casa y necesitaba unos cuidados muy necesarios. Había que respetarlo y hacerlo fácil. Yo he ido protegida entera con EPIs, he dado abrazos y he cogido manos… Sé que hay gente que no lo hacía, pero yo pensaba: <<¡La gente se muere, pero tú sigues viva y puedes seguir apoyando!>>”, relata con emoción.

Las enfermeras cuentan que esa fuerza y determinación comenzó a forjarse durante sus años como estudiantes en la USJ. Gracia menciona las clases en las que practicaban con simuladores de alta fidelidad como una gran ayuda. “Recuerdo que al principio no sabes muy bien qué hacer, pero ahora me parecen esenciales porque te permiten verte en una situación extrema sin el riesgo de estar con un paciente real”, explica.

Sandra Ágreda, por su parte, asegura que la USJ le hizo crecer y confiar en sí misma. “Los profesores me apoyaron mucho y me subieron la autoestima, me hacían sentir que era capaz. El último día recuerdo abrazar a la profesora Isabel Huércanos llorando mientras ella me decía que iba a ser una enfermera genial”, relata.

Enfrentarse cara a cara a la enfermedad ha hecho que ahora necesiten transmitir un mensaje de responsabilidad y confianza en las vacunas. “Hoy por hoy es la única solución y es importante vacunarse por la salud propia y por responsabilidad social”, concluye Usón con determinación.

Alejandro Aguaviva: “Vacunar a mi bisabuela es una experiencia que ninguno vamos a olvidar”

Como Aguaviva, más de centenar de alumnos de segundo del grado en Enfermería de la USJ han cursado sus prácticas en algún centro de Atención Primaria teniendo la oportunidad de participar en el proceso de vacunación

Alejandro Aguaviva, estudiante de segundo curso del grado en Enfermería, vivió, gracias a sus prácticas curriculares, una experiencia única: tuvo la oportunidad de vacunar a su bisabuela de 102 años Saturia Cazo. “Su centro de vacunación era donde yo estaba haciendo mis prácticas, así que cuando supe que iban a vacunarla lo comenté con mis compañeros. Me dijeron que lo haría yo y me harían fotos para el recuerdo. Fue una experiencia que ni ella ni yo vamos a olvidar nunca”, cuenta el alumno.

Como él, más de un centenar de estudiantes de segundo curso han realizado su itinerario de prácticas en Atención Primaria. Se trata de un periodo crucial para su formación en el que realizan labores de enfermería en un entorno real. “Las prácticas son esenciales para ellos. En 2º y 3º realizan estancias casi la mitad del curso y en 4º, prácticamente el curso completo. Además, hacemos una monitorización individual a través de los tutores asistenciales para asegurarnos de que las prácticas se desarrollan adecuadamente”, explica Laura Zaurín, vicedecana del grado en Enfermería de la Universidad San Jorge.

Aguaviva corrobora la utilidad de las prácticas afirmando que gracias a ellas se dio cuenta de que “cada persona es un mundo” y tenía que adaptarse. “Entendí mejor los conceptos. No es lo mismo escuchar una explicación que realizarla, así que las prácticas me ayudaron a asimilar lo aprendido en clase”, cuenta.

Para intentar que los alumnos afronten las estancias de la manera más satisfactoria, Zaurín explica que se les forma “a nivel técnico y a nivel de habilidades personales” utilizando simuladores de alta fidelidad. Allí, no solo tienen que realizar técnicas de enfermería, sino que también tratan con pacientes ficticios interpretados por profesores que siguen guiones de casos clínicos reales.

Para Aguaviva, las instalaciones y los materiales son dos de los puntos fuertes del grado. “Practicamos con muñecos sacando sangre, haciendo reanimaciones, etc. Son técnicas que nos enseña a lo largo del curso y luego son fundamentales durante las prácticas”, declara.

Para que los alumnos de Enfermería afronten las prácticas de la manera más satisfactoria posible, se les forma a nivel técnico y a nivel de habilidades como las comunicativas, de trabajo en equipo y de toma de decisiones

Adaptadas a la situación

La vicedecana del grado explica que “paralelamente a las prácticas externas, realizan prácticas internas” en las que los docentes comprueban su evolución. “Es un lujo ser testigo del cambio que experimentan”, declara. Zaurín asegura que mejoran en maniobras de enfermería, en habilidades comunicativas, de respeto al paciente y otros profesionales, en toma de decisiones, resolución de problemas, trabajo en equipos multidisciplinares, etc. “Además, percibimos también una evolución personal, porque la inmersión en centros hospitalarios es compleja, ya que ven en primera persona enfermedades y problemas graves”, manifiesta.

Este año, debido a la situación sanitaria, las prácticas de los alumnos de Enfermería se han ido adaptando a las necesidades que transmitía la Dirección General de Asistencia Sanitaria y las entidades hospitalarias y de salud. “Conforme las plantas de los hospitales se llenaban, se reducían las cirugías y había un bajón en la actividad de los quirófanos. Así que los alumnos que iban a hacer sus prácticas en esta área tenían que ser reubicados”, ejemplifica Laura Zaurín. “Sin embargo, el grado de satisfacción ha sido muy elevado, todos han hecho sus prácticas en tiempo y forma y han rotado por los servicios que marca su itinerario formativo”, añade.