El papel de la Bioinformática en el futuro de la investigación contra el cáncer y su combinación con la inteligencia artificial

La Universidad San Jorge ha celebrado hoy la III Jornada de Bioinformática en Aragón para abordar los retos y oportunidades de este sector en crecimiento.
Durante la jornada, se ha analizado el papel de la bioinformática en la lucha contra el cáncer, cómo aplicar la inteligencia artificial en este campo y el papel de la bioinformática como servicio.
La jornada ha comenzado con una bienvenida a cargo de Jesús Carro, vicedecano del grado en Bioinformática de la Universidad San Jorge, Pedro Razquin, presidente del Clúster AraBiotech, Daniel Álvarez, presidente del Clúster Arahealth y Fátima Sánchez Cabo, vicepresidenta de la SEBiBC (CNIC)
En esta presentación se ha puesto de manifiesto la importancia de estos encuentros para impulsar la transferencia de conocimiento e intercambiar experiencias entre profesionales e investigadores para construir un futuro lleno de oportunidades.
La primera mesa redonda se ha centrado en el papel de la bioinformática en la lucha contra el cáncer en la que han participado Rebeca Sanz (ARAID, Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón), Ariel Ramírez (Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón), Marina Salmón, (Asociación Española Contra el Cáncer) y Cristina Aguado (Pangaea Oncology).
Para comenzar el debate se ha planteado cuál es el mayor reto al que hay que enfrentarse en esta enfermedad. En este sentido, los ponentes han señalado que es necesario buscar la calidad de los datos para sacar conclusiones acertadas, compartir y centralizar los datos, y desde el punto de vista biológico tener la mayor cantidad de datos posibles, para poder extrapolar a toda la población las diferentes muestras.
Además, se ha planteado que alrededor del cáncer hay muchos repositorios de datos que ya existen, pero en ocasiones estos registros se completaron hace muchos años y las terapias del cáncer avanzan a mucha velocidad, por tanto, los datos tienen que ser dinámicos.
Actualmente, muchos de los pacientes ya se benefician de la aplicación de la bioinformática para conocer cómo va a evolucionar su enfermedad, cómo aplicar una medicina personalizada, qué efectos secundarios se pueden desarrollar y cómo tratar la enfermedad con determinadas terapias. El reto en este sentido es que todos los pacientes tengan los mismos derechos y oportunidades y hacer frente a la dificultad económica para llegar a todos los ensayos clínicos que serían necesarios.
A continuación, Pere Bover, responsable del Laboratorio de Paleogenómica del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón ha explicado el rol de la paleogenómica, un campo de la ciencia basado en la reconstrucción y análisis de la información genómica en especies extintas.
Para ello, el conferenciante ha realizado un recorrido por las principales investigaciones relacionadas con el estudio de ADN antiguo y los problemas a los que se enfrentan los profesionales debido a la fragmentación, lesiones como la degradación, el alto riesgo de contaminación por ADN moderno (al manipular la muestra) y la conservación.
Pere Bover también ha explicado los protocolos de actuación en los laboratorios y ejemplos de animales que se extinguieron y que gracias a esta ciencia han conseguido que “revivan”.
Seguidamente, se ha desarrollado la segunda mesa redonda para hablar sobre el rol de la bioinformática como servicio. Para ello, se han reunido Sheila Zúñiga (INCLIVA, Instituto de Investigación Sanitaria), María de Toro (Centro de Investigación Biomédica de La Rioja), Guerau Fernández (Hospital Sant Joan de Deu) y Eduardo Candeal (Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón), como moderador.
En este debate se ha recalcado el papel de los bioinformáticos para dar una visión global, comunicándose con el investigador entre iguales y profundizando en cada proyecto para proporcionar las mejores soluciones.
También se ha manifestado la complejidad de trabajar con la presión de los investigadores para obtener resultados, la importancia de una buena gobernanza de datos y la necesidad de poner en valor su trabajo.
La sesión de tarde se ha centrado en la inteligencia artificial aplicada a la bioinformática con Julia Ramírez (Universidad de Zaragoza), Bruno Contreras (Estación Experimental de Aula Dei, CSIC), Alejandro Rodríguez (Presidente Sociedad Española de IA en Biomedicina, UPM) y la moderadora Fátima Sánchez (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares).
Los ponentes han afirmado que en el campo de la IA lo mejor aún está por llegar, pero han asegurado que las herramientas están únicamente para ayudar, y es imprescindible ser muy riguroso en su uso en el ámbito científico. A nivel ético sería recomendable incluir modelos entrenados con poblaciones diversas, pero las regulaciones son muy diversas y las diferentes potencias trabajan a distintos ritmos.
Para finalizar, ha tenido lugar una ponencia impartida por Fernando González (Universidad de Valencia) sobre ‘Evolución y Bioinformática’. En su intervención ha expuesto la necesidad de entender los principios evolutivos básicos y a partir de ahí conocer la biología computacional, la biocomputación y la bioinformática.
Para ello, se ha remontado a trabajos previos al boom de internet, explicando cómo desarrollaban los algoritmos solo gracias a “su cerebro”. Tras la conferencia, Fernando González ha cerrado su discurso haciendo alusión a la selección natural y a los conceptos básicos que aplican los investigadores habitualmente en el ámbito de la bioinformática.
La clausura de la jornada ha estado a cargo de la decana de la Facultad de Ciencias de la Salud, Laura Zaurín.



















