Cuando terminé el Bachillerato andaba bastante perdida sobre qué rumbo quería seguir. Me decanté por el Periodismo porque siempre me gustó la comunicación y escribir y pensé que, por mi perfil, podía encajar. Se trataba de encontrar un camino para buscar algo sin saber muy bien qué quería encontrar, pero por donde me sentía más o menos segura transitando. Así comenzó mi etapa como estudiante en la Universidad San Jorge. Cada paso en el camino fue un total descubrimiento.

Recuerdo mis años en la USJ como una etapa muy especial, con mucha ilusión, de muchísimos cambios (también a nivel logístico, porque fue cuando estrenamos el campus ?), de maduración, pero también de frustraciones. Por encima de todo, diría que fueron años de conocer a mucha gente nueva: compañeros y profesores de los que aprendí muchísimo.

Me acuerdo especialmente de los innovadores métodos de Miguel Ángel Motis para asegurarse de que interiorizásemos la Historia. En una de sus clases teníamos que entrevistar a un personaje histórico y disfrazarnos de ellos. Yo me vestí de la Madre Teresa de Calcuta. No recuerdo qué me preguntaron, pero sí la cara de mis compañeros al verme entrar así vestida en clase (¡es inevitable no reír a carcajadas cada vez que me acuerdo de esto!).

También recuerdo la pasión de Ricardo Zugasti por la Historia del Periodismo y lo que disfrutaba de sus clases, las conversaciones que planteaba Pilar Irala sobre la fotografía y el arte moderno y la entrega de Víctor Manuel Pérez con los alumnos. Siempre estaba ahí cuando lo necesitábamos. Para mí fue una pieza clave al terminar la carrera porque me ayudó a centrar las ideas y dar pasos, por pequeños que fueran, para seguir avanzando.

El primer semestre del último año de carrera estudié en Varsovia con una beca Erasmus y fue una experiencia que cambió todo lo que podía tener planeado. Sabía que no era el momento de volver. Entonces me fui un año a Londres para ganar soltura con el inglés. Simultáneamente, para no abandonar la actividad académica, mantuve contacto con un grupo de investigación de la USJ y trabajé en un artículo de investigación junto al profesor Victor Manuel Pérez, que más tarde presentaríamos en un congreso. Durante ese año decidí especializarme en el Periodismo Europeo y para ello me fui a estudiar un máster a Bruselas un año más tarde. Sin embargo, la capital europea no era mi lugar y puse rumbo a Varsovia de nuevo donde trabajé como periodista y dónde tuve mi primera experiencia en el mundo de las TIC: pieza clave de este puzle para entender dónde estoy ahora.

Desde hace dos años trabajo como Technical Writer en I+D en Sonova, una empresa que diseña y fabrica audífonos en Zúrich. Concretamente, trabajo en proyectos de desarrollo de aplicaciones móviles desde las cuales el usuario puede controlar el audífono.

En el trabajo de Technical Writer hay varias especializaciones: escribir la ‘ayuda’ o ‘manuales’ para el usuario final o, lo que hago yo, escribir para otros desarrolladores. Yo digo que escribo novelas para programadores ?. En realidad, describo componentes informáticos, interfaces y plataformas que otros desarrolladores pueden usar para crear sus propias apps de móvil.

Viviendo en el extranjero he aprendido a vivir el presente, a aceptar y respetar el tempo de cada uno, sin forzar, pero sin distraerse. He descubierto la cantidad de puertas desconocidas que hay ahí afuera. Solo hay que estar dispuesta a abrirlas y probar(te). También hay que tener la mente abierta, lo que significa admitir muchas veces que tu opinión o creencias quizás andaban equivocadas. Ya sé que suena a ‘topicazo’ pero esencialmente he aprendido a eliminar las barreras, que, la mayor parte de las veces, nos imponemos nosotros mismos.

Y me pongo yo como ejemplo. Durante la carrera suspendía inglés y tan apenas podía mantener una conversación en un idioma extranjero. Tampoco sentía interés alguno por las tecnologías ni por cómo funcionaban. Ahora trabajo redactando en inglés sobre proyectos de innovación a un nivel muy técnico. Vamos, que me cuentan a mí todo esto allá por el año 2006 cuando empecé la carrera y les digo que se equivocan de persona.

Ahora trato de no proyectarme en ningún sitio. He cambiado de país varias veces y, aunque la integración no siempre es fácil, disfruto con el proceso, lo que aprendo y a quien conozco. Siempre bromeo con que escapo de la zona de confort. Cuando todo está bien atado y seguro, mi familia y yo decidimos emprender nuevas aventuras. Quizás la siguiente sea en Zaragoza, ¿quién sabe?

Me despido con un abrazo para mis compañeros de clase y el deseo de que estéis bien y con salud en estos tiempos de COVID-19. Me encantaría volver a veros, compartir unas cervezas y escuchar por qué derroteros os ha llevado la vida en estos más de 10 años (¡madre mía, son muchos años!). Seguro que recordaríamos mil anécdotas y nos reiríamos de cuando llorábamos en tiempos pasados… ?

¡Un abrazo!