Tiene una plata y un bronce en 200 metros espalda en los Campeonatos de España y dos oros en 100 y 200 metros conseguidos con la selección española en Portugal

Ana Muñoz comenzó a nadar cuando sus padres le apuntaron al club de natación en el que nadaba su hermana mayor. Aunque entonces nadie sabía que se haría con dos medallas de categoría absoluta en los Campeonatos de España de Natación antes de cumplir los 23 años, su entrenador ya percibió su talento. “Les dijo a mis padres que entrenara con el resto del equipo y probara a competir”, recuerda Ana. Y tan solo unos años después, ya se preparaba con el equipo de su hermana, cinco años mayor que ella. “Esto me lo cuentan mis padres porque yo no me acuerdo. Tenía 6 o 7 años”, matiza modestamente.

Siguió nadando, entrenando, compitiendo y participando en Campeonatos de España, consiguiendo medallas en categorías infantiles en las modalidades de 400 y 800 metros crol. Pero una lesión en los manguitos rotadores y la posterior rehabilitación la empujaron a cambiar de modalidad a espalda, y una mala temporada junto a la presión de los exámenes de segundo de Bachillerato hizo que dejara de nadar.

“Pensaba que no iba a volver nunca, pero gracias a un amigo y mis padres lo retomé. Tras la lesión, cambié de modalidad y tras el parón, conseguí las medallas. Por eso siempre digo que todo pasa por algo”, afirma. Y es que la natación, lejos de aportarle valores únicamente deportivos, a Ana le ha enseñado a enfrentarse a la vida con humildad y constancia. “Soy muy competitiva y de pequeña me enfadaba mucho cuando perdía. Mis padres me cuentan que cuando no ganaba nos íbamos a casa en silencio o hablando de otra cosa porque me lo tomaba muy mal. Ahora eso lo he cambiado”, cuenta.

Mejorar como deportista y como estudiante

Ese aprendizaje también lo ha trasladado a sus estudios en el grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Entrenando de lunes a sábado de 16 a 18 horas, más una hora adicional los lunes y los miércoles, y otra hora de gimnasio los martes y los jueves, compaginar sus estudios, su carrera deportiva y su vida social no es una tarea fácil. “Si suspendo un examen, no hago una bola de ello. Simplemente analizo qué he hecho, qué no y cómo puedo mejorarlo. Parece una tontería, pero aprender estas cosas a mí me ha costado mucho”, explica.

Ana incluso utiliza lo aprendido en el grado para mejorar su técnica de nado. Explica que le fascinó la asignatura de biomecánica porque le permitió analizar sus propios vídeos, ver los fallos y tratar de corregirlos. “Suena un poco friki, pero me gustó mucho. Me pareció curioso porque nunca me lo habían explicado. Luego iba a mi entrenador a contárselo y él me decía <<pero si ya te lo decía yo>>”, recuerda entre risas. “Pero es que así yo me daba cuenta directamente. Era otra manera de ver mis fallos”, agrega.

Su constancia, esfuerzo y organización han dado sus frutos. El año pasado, en primero de carrera y viviendo la pandemia por la covid19, aprobó todas las asignaturas. Y eso que el confinamiento tuvo un gran impacto en ella. “Nunca estoy en casa y ese cambio tan radical fue duro… Las primeras semanas no hacía nada. Ni siquiera los entrenamientos que nos mandaban”, recuerda. “Pero todo tiene su parte buena y su parte mala. Siempre lo intento analizar así… Y la pandemia fue horrible, pero también me permitió desconectar de toda la presión del año”, añade mostrando ese carácter positivo y flexible.

Grandes logros y espíritu de trabajo

Después de la pandemia, en marzo de este año, llegó su segunda medalla en categoría absoluta del Campeonato de España: plata en 200 metros espalda, que se unió al bronce conseguido en esta misma modalidad en el año 2018 y a los dos oros en 100 y 200 metros ganados con la selección española ese mismo año. “Después de la covid19 y el parón, ¿quién me iba a decir que iba a conseguir esto? Cuando llegué a la pared, no me lo creía. Vi el crono y en ese momento me emocioné. Me puse a llorar porque no me lo esperaba”, recuerda. Y es que Ana compite, tal como dice ella, “con gente muy buena”, porque la primera clasificada va a los campeonatos europeos y las olimpiadas. “Yo quedé segunda, pero no me martirizo. Lo que he conseguido para mí es un logro. Y si el día de mañana repito estos tiempos, bienvenidos sean”, afirma.

Explica que su mentalidad no es “quiero una medalla” o “quiero una mínima en concreto”, sino “tengo que bajar mis marcas” porque eso le llevará inevitablemente a acercarse a las mínimas europeas y olímpicas. “Compito contra mí misma, contra mi propia marca, porque es lo que me motiva a seguir trabajando”, declara con seguridad.

Y es que un deporte como la natación requiere de constancia y motivación continua. En una prueba de 2 minutos tienes que demostrar el trabajo realizado durante meses. “Tengo un objetivo y pienso con frecuencia en él y en lo que conlleva. Hay días que lógicamente no me apetece porque tengo trabajos, exámenes o estoy cansada. Pero, aún así, voy”, afirma.

Las personas que le rodean también son un apoyo fundamental para seguir persiguiendo su sueño. Primero, su entrenador. “Tienes que tener una muy buena relación, ya no solo a nivel deportivo, sino también personal. Yo le cuento cosas que me preocupan, aunque no sean sobre natación”, explica Ana. Segundo, su familia. “En especial mi madre”, menciona. “Yo siempre digo que es mi mayor fan. Le encanta la natación y la descubrió a raíz de que mi hermana y yo empezáramos a nadar”, añade. Finalmente, su pareja. “Es muy bueno, tiene paciencia, me apoya mucho y lo entiende. Es que hasta que no lo vives diariamente, creo que no sabes lo importante que es para mí. Y cuando él lo vio, lo aceptó completamente y me apoyó”.

Esta mezcla de constancia, responsabilidad, humildad y apoyo le llevará indudablemente a seguir bajando sus marcas para acercarse cada vez un poquito más a sus sueños.